Mes: agosto 2014

Fragmentabilidad

La media luna en el cielo de  Liebensburg parece un queso de plástico. Es una lástima que las luces de la ciudad irradien el cielo hasta hacer invisibles tantas constelaciones. Estoy contenta. El profesor Andermann me ha felicitado por mi trabajo sobre la fragmentabilidad de las estrellas y me ha invitado a visitar el telescopio. Cientos de escaleras de caracol hasta llegar al enorme objetivo de metacrilato. Tras cada escalón no puedo evitar mirar hacia atrás y hacia los lados. Hay incontables ventanas dispuestas al azar en las paredes del edificio. También pájaros con hollín en las alas que chocan contra los cristales. Al alcanzar el cuartillo de observación, Andermann presiona una palanca azulada y se abre una escotilla en el techo. Una corriente de aire trae plumas tiznadas de palomas y un montón de mariposas. Me sorprendo. Las mariposas me asustan un poco. Son de color naranja. “Allí”, señala Andermann. Miro hacia la escotadura en el techo. Los ojos me lloran por las briznas que traen los animales voladores. “Las estrellas”, dice, “fragmentadas”. Me esfuerzo en mirarlas, no sé por qué no usamos el telescopio. Vienen una tras otra a una gran velocidad, cada vez más cerca, brillantes y afiladas, no sabía que podían matar como cuchillos. La muerte a través de los ojos no era una experiencia de la cual hubiera oído hablar. Ya sin vida, hecha un caracol en el suelo, tengo estrellas puntiagudas colgando de los párpados. Andermann extrae cada fragmento incrustado, incluso los de las pestañas, y los introduce en un matraz de Erlenmeyer. Se apresura a dejar el observatorio y al marchar con esas prisas, se le acentúa más la chepa. Cuando ya no está, todas las mariposas anaranjadas vienen a posarse en mis ojos.

-AGC-

George Saunders: «Diez de diciembre»

diez diciembre

Leer este magnífico libro de relatos ha sido una experiencia extraordinaria. Probablemente está entre lo mejor que he leído en mucho tiempo. El hecho de ser una gran aficionada a la literatura norteamericana y al género del relato corto puede influir en esta apreciación. Pero no es sólo eso. “Diez de diciembre” es una combinación muy acertada de maneras diferentes de escribir. Retrata lo cotidiano desde una mirada especial, con un lenguaje distinto en cada uno de los cuentos. Y finalmente el experimento tiene sentido. Al principio es incluso desconcertante. Luego, a medida que avanzas en la lectura van apareciendo trazos, pistas, elementos que se unen mágicamente y que producen sorpresa, extrañeza, ternura y otras emociones que aún no sé cómo definir. Conjugar esa manera peculiar de expresar las historias con un trasfondo crítico y una trama articulada, es lo que hace de este libro una pieza digna de la más alta recomendación.

George Saunders es especialista en relato corto y profesor de inglés.

“On reading, writing, and teaching at Syracuse University” es un interesante vídeo, en el que el autor habla sobre el proceso de “construcción” de las historias.

El cerebro del escritor (4): llevar el fondo del mar a la superficie

No soy ninguna experta en escritura creativa. No obstante, siento atracción por la escritura e intento entrenar ese deseo cuando el tiempo disponible y mi estado anímico me empujan a ello (debería de ser más constante, lo sé). No soy pues ninguna entendida, pero a pesar de mi falta de profesionalidad y de todas las torpezas que tendría que ir limando, siempre que escribo ficción, historias, relatos… tengo la misma sensación. Es el sentimiento de realizar una tarea de búsqueda en lo más interno de mí, lo conocido, mis experiencias, y lo que me sorprende por no reconocer tan propio -en realidad lugares e ideas que aparecen como hijos desconocidos que acaban de llamar a la puerta-. Esta búsqueda automática (salta un pequeño clic y ya está) luego traza un camino hacia lugares más vívidos de la conciencia, más ligados a algo que sí controlo y modulo voluntariamente: que las ideas tomen sentido, que tengan cierto equilibrio, que transmitan sentimientos…

Mi dedicación a la neurología me lleva a menudo querer saber qué pasa en el cerebro cuando esas sensaciones suceden. Al escribir, tengo con frecuencia la impresión de que se crean diálogos entre estructuras antiguas del cerebro (profundas: núcleos de la base, tronco del encéfalo) y nuevas (como  la corteza cerebral).

Escribir siempre me ha sugerido la imagen de un buceador que nada a pulmón y consigue llevar objetos curiosos a la superficie del mar

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Photo Credit Dejan Sarman/iStock/Getty Images

Un estudio reciente (Lotze et al) muestra que esta idea pudiera estar cerca de la realidad . Los investigadores estudian el cerebro de 23 escritores profesionales, expertos en escritura creativa, y el de 20 voluntarios que no lo son. Utilizan una prueba de imagen funcional que permite analizar la actividad del cerebro cuando está en reposo (resting state functional magnetic resonance). El grupo de escritores muestra un patrón de conexiones cerebrales diferente al del grupo control. En concreto se apreció una mayor conectividad entre el núcleo caudado (caudate: color naranja en el dibujo) y zonas del surco de la corteza intraparietal (IPS: color verde en el dibujo) en el hemisferio cerebral derecho. El caudado es una estructura que corresponde a los núcleos de sustancia gris del cerebro y que pertenece a nuestro sistema nervioso evolutivamente más antiguo. Los surcos de la corteza cerebral corresponden a estructuras que se han desarrollado más tardíamente y por tanto son más nuevas en la evolución. Los escritores mostraron también una menor conectividad entre un hemisferio y otro con respecto a algunas áreas de la corteza temporal (como el área 44, en rosa en el dibujo)».

 

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Fuente del dibujo: Lotze et al

Es interesante pensar que la escritura creativa permite conectar áreas antiguas y modernas de nuestro cerebro. Esto se da fundamentalmente en el hemisferio derecho, el cual está asociado a la creatividad verbal. Favorecer estas conexiones nos hace más flexibles e imaginativos. Desarrollar el hábito de escribir debería ser una actividad a la que se le diera más importancia a lo largo de nuestra formación como personas.