Tiempo

Agujeros

Agujero negro

Sólo dormí tres horas y ahora tengo ojos de rana. Bulbosos y verdes. Una pupila ligeramente más elevada que la otra. Si algo he aprendido con el programa de televisión de Carl Sagan es que existen los agujeros. He de confesar que la sonrisa de Carl y su traje cobalto con cinturón ajustado me producían acidez de estómago. En cambio, el tema de los agujeros me resultaba muy atractivo. Creía en ellos. Confiaba en la existencia real de esos agujeros que se escapan a nuestro entendimiento (no tenemos los ojos hechos para verlos). Y desde entonces los he buscado con insistencia. He volcado horas intentando concentrar la luz con los pequeños flexos de mi habitación. He fabricado un balón de papel, una esfera frágil de papel de seda, que deja entrar toda la luz de las bombillas sin permitir que salga ni una sola radiación. Y creo entender que finalmente se ha formado un agujero de tiempo. La luz se apaga atrapada en su propia gravedad. Aparece un túnel opaco en el que permanezco mucho rato. Es difícil de calcular cuánto. Sólo sé que Eric duerme toda la noche (con esa calma que tiene su respiración al dormir), se levanta y se humedece los párpados y su barba recién brotada, lo hace llenándose las manos de agua del grifo y con suaves toques en las mejillas, prepara una cafetera que hace ruido de tren, y yo permanezco en mi túnel, escribiendo, sin parar.

http://vimeo.com/37241531