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Paseos con mi madre

paseos con mi madre

“Paseos con mi madre”, de Javier Pérez Andújar, es un libro auténtico porque el autor escribe lo que siente y elude lo previsible. Me he encontrado ampliamente reflejada en lo que con un estilo muy personal va narrando el escritor. Criarse en el extrarradio, en la periferia olvidada de las ciudades, la que nunca sale en las guías de turismo, -a pesar de contener el mayor número de habitantes-, te confiere una estructura especial. Si además tu familia aterrizó en esos márgenes después de parte de su vida en otros lugares, acabas con la sensación de no pertenecer a ninguna parte. En ese aparente desarraigo intentas construir tu mundo. Puedes renegar del paisaje que te rodea, de la falta de belleza de los edificios mamotreto y de sus pisos minimalistas. Renunciar a las pandillas que se forman en la calle y a los gamberretes con muñequeras de tachuelas. Pero es una negación flexible. Un día te levantas y sientes que el decorado industrial y destartalado que emerge paralelo al río, con cáscaras de naranja y bidones de basura, está incrustado en las células de tu memoria, y que todo eso que no te gusta quizás forma parte de ti.

En ese escenario particular, las historias que cuentan los padres, su vida allí donde crecieron, la manera en que lo explican, con un acento y unas palabras que resultan alejadas de lo que se supone es tu ciudad, van generando un universo muy rico que emerge una y otra vez en las áreas más vivas de la consciencia. Y como la teoría física de las cuerdas, la cual pocos entienden, esas historias van tendiendo lianas parecidas a las raíces.

“Escucharé a mi madre paseando por el río Besòs y atravesando las llanuras secas de su voz anciana iré comprendiendo que no tengo más raíces que un puñado de palabras que apenas se usan, que ni siquiera soy de un idioma, que en realidad pertenezco a una voz”