Haendel

Música acuática

musica acuatica

Ivonne volvió a meter la cara en la pecera. Con las gafas de buzo los peces naranja se veían casi azules. En la radio sonaba una música de maracas que asfixiaba. Eran maracas gordas, aturullantes. Ivonne volvió a sumergir la cara en la pecera y el ruido de las maracas se hizo lejano.

“No, Ivonne, tienes que oir las maracas”, le dijo él. Él era alto.

“Prefiero los peces”, dijo ella.

Ella llevaba aletas de buzo.

Los peces naranja expulsaban burbujas de aire que Ivonne recogía y guardaba  en su traje de neopreno.

“Sólo las tienes que escuchar. Te acostumbrarás”, le repitió él.

Ivonne respiró las burbujas de aire de los peces y jugueteó con ellas por dentro de la nariz. Los peces le aleteaban el mentón y la frente.  Las burbujas abordaron las orejas de Ivonne, también las fibras radiales del traje de inmersión. Avanzaban con la fuerza de un émbolo y al comprimirse en los tímpanos sonaron como trompetas, trompas de caza, fagots, oboes, flautas francesas y violonchelos.  A fuerza de chocar se articularon en una composición de timbres altos y bajos.

La suite emigró a la superficie de la pecera. Llenó toda la habitación en una partitura con tres movimientos.