escritura creativa

El cerebro del escritor (7): Diferencias entre escritores noveles y expertos

La neurociencia se ha aliado con la escritura creativa y se dispone a desvelar los entresijos de nuestra mente curiosa, imaginativa, ávida de historias que inventar. Para ello el grupo de científicos liderado por Martin Lotze, de la Universidad de Greisfwald en Alemania, ha realizado pruebas de imagen funcional (fMRI) de los cerebros de escritores noveles y experimentados mientras escribían historias de ficción. Estos estudios permiten observar qué áreas y redes neuronales se activan mientras se realiza una tarea concreta. Tal y como explica en su artículo de la revista NeuroImage, los escritores noveles activaban las áreas visuales del cerebro (encuadradas en rojo en el dibujo), por contra, los expertos mostraban mayor actividad en las regiones relacionadas  con el lenguaje hablado (marcadas en azul). esc noveles y expertos Según explica el Dr Lotze, probablemente ambos grupos utilizan estrategias diferentes. Los escritores noveles están «viendo sus historias» como una película dentro de sus cabezas, mientras que los expertos están narrándolas con su propia voz.

Esto me ha hecho recordar a esos cursos de escritura creativa que hice hace años. Los profesores insistían en que lo más difícil era «encontrar tu propia voz». Una vez lo conseguías, todo andaba rodado. En el fondo sólo estaban diciendo: practica, practica, practica.

Por otra parte, en los escritores expertos también se activaba el núcleo caudado (la estructura de color púrpura en el dibujo), el cual permanecía «callado» en los noveles. Este núcleo juega un papel fundamental en el desarrollo de las habilidades que se consiguen con la práctica. Cuando empezamos a aprender cualquier actividad nueva (tocar un instrumento, jugar a fútbol) realizamos un gran esfuerzo consciente. Con la práctica, estas acciones son más automáticas: el núcleo caudado empieza a coordinarlas como un director de orquesta.

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A pesar del gran atractivo de estos estudios, falta mucho por conocer. ¿Corresponde este patrón de activación cerebral sólo a la escritura creativa o se podría encontrar también realizando otras tareas, como escribir un artículo sobre historia o matemáticas? La creatividad es un asunto difícil de desentrañar. El misterio continúa.

El cerebro del escritor (5): «Epilepsia y Poesía»

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“Hipergrafia” es el término médico para designar el intenso deseo de escribir que aparece en algunas patologías neurológicas.

Hace unos días leí un artículo muy curioso en la revista NewScientist. Explicaba el caso de una mujer de 78 años que tras ser diagnosticada de epilepsia del lóbulo temporal y recibir una medicación que hizo que las convulsiones cesaran, comenzó a escribir compulsivamente poesía. Previamente esta señora no había sentido nunca curiosidad por la escritura. De repente se encontró a sí misma escribiendo de 10 a 15 poemas al día, y muy disgustada si alguien la interrumpía. Se trataba pues de un caso de «hipergrafia» desencadenada por el tipo de epilepsia que padecía. No obstante, lo sorprendente en esta paciente es que el contenido de su escritura se hallaba muy organizado y mostraba un alto componente creativo, lo cual no siempre sucede en otros trastornos también relacionados con esta intensa necesidad de escribir.

Ejemplo de uno de sus poemas:

To tidy out cupboards is morally wrong
I sing you this song, I tell you I’m right.
Each time that I’ve done it, thrown all out of sight,
I’ve regretted it.

Think of the treasures now lost to the world
Measureless gold, riches unfurled,
Diamonds, sapphires, rubies, emeralds – you must have had them,
All tucked well away.
So

To tidy out cupboards, throw rubbish from sight
(Even the poems you write up at night)
Is morally wrong.
So I’m keeping this one.

La epilepsia es una actividad eléctrica anómala del cerebro. La epilepsia crónica se ha relacionado con una reorganización de los circuitos en el cerebro. En este caso parecía localizarse en el lóbulo temporal, el cual está implicado en habilidades lingüísticas y creatividad verbal. Los expertos piensan que tal vez estos “circuitos poéticos” estaban dormidos mientras la paciente no tuvo crisis convulsivas y se activaron tras la reorganización de conexiones que desencadenó la epilepsia. Haciendo una búsqueda rápida en la literatura científica, encontré otros casos similares, lo cual apoyaría esta hipótesis que relaciona reorganización de circuitos en lóbulo temporal y la necesidad compulsiva de escribir.

51d679fd5206fd732e22d3776c62d605Este ejemplo y otros similares ayudan a conocer mejor las bases neurobiológicas de la creatividad, y en concreto de la escritura creativa. Probablemente la creatividad, caprichosa como es, necesita de una actividad cerebral espontánea de base,  ya existente en el individuo, pero por otra parte requiere estímulos que la pongan de manifiesto o la hagan crecer. Los estímulos pueden ser inesperados como en este caso. No obstante, lo deseado sería que fueran constantes, un ejercicio, un hábito que aprendiéramos desde niños para no morir de aburrimiento o pura repetición. Estímulos mantenidos que renovaran la imaginación y nos hicieran más libres.

¡Qué tremendamente misterioso y bello es nuestro cerebro!

Fuente original de esta noticia: Epilepsy gives woman compulsion to write poems

El cerebro del escritor (4): llevar el fondo del mar a la superficie

No soy ninguna experta en escritura creativa. No obstante, siento atracción por la escritura e intento entrenar ese deseo cuando el tiempo disponible y mi estado anímico me empujan a ello (debería de ser más constante, lo sé). No soy pues ninguna entendida, pero a pesar de mi falta de profesionalidad y de todas las torpezas que tendría que ir limando, siempre que escribo ficción, historias, relatos… tengo la misma sensación. Es el sentimiento de realizar una tarea de búsqueda en lo más interno de mí, lo conocido, mis experiencias, y lo que me sorprende por no reconocer tan propio -en realidad lugares e ideas que aparecen como hijos desconocidos que acaban de llamar a la puerta-. Esta búsqueda automática (salta un pequeño clic y ya está) luego traza un camino hacia lugares más vívidos de la conciencia, más ligados a algo que sí controlo y modulo voluntariamente: que las ideas tomen sentido, que tengan cierto equilibrio, que transmitan sentimientos…

Mi dedicación a la neurología me lleva a menudo querer saber qué pasa en el cerebro cuando esas sensaciones suceden. Al escribir, tengo con frecuencia la impresión de que se crean diálogos entre estructuras antiguas del cerebro (profundas: núcleos de la base, tronco del encéfalo) y nuevas (como  la corteza cerebral).

Escribir siempre me ha sugerido la imagen de un buceador que nada a pulmón y consigue llevar objetos curiosos a la superficie del mar

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Photo Credit Dejan Sarman/iStock/Getty Images

Un estudio reciente (Lotze et al) muestra que esta idea pudiera estar cerca de la realidad . Los investigadores estudian el cerebro de 23 escritores profesionales, expertos en escritura creativa, y el de 20 voluntarios que no lo son. Utilizan una prueba de imagen funcional que permite analizar la actividad del cerebro cuando está en reposo (resting state functional magnetic resonance). El grupo de escritores muestra un patrón de conexiones cerebrales diferente al del grupo control. En concreto se apreció una mayor conectividad entre el núcleo caudado (caudate: color naranja en el dibujo) y zonas del surco de la corteza intraparietal (IPS: color verde en el dibujo) en el hemisferio cerebral derecho. El caudado es una estructura que corresponde a los núcleos de sustancia gris del cerebro y que pertenece a nuestro sistema nervioso evolutivamente más antiguo. Los surcos de la corteza cerebral corresponden a estructuras que se han desarrollado más tardíamente y por tanto son más nuevas en la evolución. Los escritores mostraron también una menor conectividad entre un hemisferio y otro con respecto a algunas áreas de la corteza temporal (como el área 44, en rosa en el dibujo)».

 

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Fuente del dibujo: Lotze et al

Es interesante pensar que la escritura creativa permite conectar áreas antiguas y modernas de nuestro cerebro. Esto se da fundamentalmente en el hemisferio derecho, el cual está asociado a la creatividad verbal. Favorecer estas conexiones nos hace más flexibles e imaginativos. Desarrollar el hábito de escribir debería ser una actividad a la que se le diera más importancia a lo largo de nuestra formación como personas.

El cerebro del escritor (1): «dreamstorming»

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Lo mejor de escribir es esa sensación de dejarte llevar. Entrar en una órbita de  “free-floating”. Es una percepción muy parecida a la de correr sin esfuerzo. Cuando estás entrenado, los músculos y con ellos el resto de tu cuerpo, avanzan solos, como impulsados por un motor automático. Sólo tienes que abandonarte a ese ritmo y notar la respiración, observar a tu alrededor o sumergirte en tus pensamientos. Este conjunto de emociones aparecen de modo similar cuando la escritura fluye. Son los dedos, animalillos salvajes, los que avanzan a su entender. El resto del cuerpo se convierte en un fiel seguidor de las falanges.

Existe una técnica descrita por Robert Olen Baten : “dreamstorming” (que no “brainstorming”). En ella se invita al que escribe a entregarse a este estado de flotación, de asociar libremente palabras e ideas y dejar que la historia te tome de la mano y te guíe a su voluntad.

Desde el punto de vista de la neurociencia, el alma de esos dedos en danza es un cerebro liberado de las ataduras de nuestro viejo sistema límbico. Si el sistema límbico está activado porque estamos estresados, sentimos cansancio o somos muy autocríticos y nos castigamos pensando que todo está mal, no liberamos nuestro córtex. La creatividad se deja de lado y priorizamos el estar a salvo y seguros, que es la función principal de nuestro cerebro instintivo, un cerebro más antiguo evolutivamente. El córtex, nuestro cerebro moderno, busca novedad, necesita ser creativo.

Dejar volar nuestro cerebro más moderno (y probablemente conectarlo así de algún modo con el más antiguo), debería de ser un ejercicio de práctica diaria. Del mismo modo que necesitamos comer o dormir para vivir, practicar la creatividad tendría que ser una actividad habitual en nuestro proceso de “sobrevivencia” . Lo cual también es una forma de evolución.

La música resulta una aliada fantástica de la escritura y ayuda a esa sensación de libertad. “Last Leaves of Autumn”, de Beth Orton, es una bonita pieza para ejercitar nuestro necesario dreamstorming.