Mes: octubre 2013

Ciencia y Fama

ciencia y fama

“Nothing in life is to be feared, it is only to be understood. Now is the time to understand more, so that we may fear less”. Marie Curie.

En el mundo del conocimiento, y hablo de cualquier disciplina, -ciencia, medicina, humanidades-, también existen los famosos. Me sorprende especialmente una tipología concreta de “famosos”, aquellos que primero se dan a conocer, a pesar de tener escasa experiencia y una trayectoria profesional muy corta o incipiente. Salen a la luz mucho antes de haber desarrollado un trabajo a conciencia. Incluso mucho antes de haber aprendido cómo se trabaja en ese campo en el cual se ponen en primera línea en la prensa o en las redes sociales.

Esto contrasta con otro grupo de personas, diríamos otra tipología humana, que realiza un trabajo de fondo muy consistente y laborioso, y que suele moverse por convicciones y motores internos sin perseguir un espléndido lugar en el sol. No obstante, esta última manera de ser tiene hoy el riesgo de morir en la confusa dimensión de lo invisible.

En un mundo que valora más lo que suena que la esencia de las cosas, hay personajes con enormes posibilidades de éxito.  Suelen ir ataviados de una agradable apariencia, avanzan y escalan como silenciosos felinos,  comparten la genética del espigado señor de negro que se desliza en las paredes de los museos en las películas de la pantera rosa. Son hábiles en las relaciones sociales y realizan campañas publicitarias tan fuertes, -aparecen donde hay que aparecer y adulan a quien hay que adular-, que finalmente van entrelazándose como parte indispensable del sistema, de modo que resultan muy difíciles de desenmascarar. Y sin embargo existen desde hace tanto tiempo. Son antiguas piezas del teatro humano.

El canto de las sirenas siempre estuvo de moda. El reto que ahora nos ofrece no es sólo saber identificarlo sino aprender a convivir con él sin que la nave sea arrojada al arrecife, o  lo que es lo mismo,  comprender su significado en el complejo puzle de la naturaleza humana.

el canto de las sirenas

Dibujo de Natalia Herrera en http://nataliaherreradibujos.blogspot.com.es

George Orwell: Why I Write

why i write

El título de este libro de Orwell, “Why I write” , me hizo pensar que encontraría en él un ensayo sobre la condición de los escritores y la literatura. Y aunque en cierto modo llega a abordar los motivos para escribir, este librito es básicamente un ensayo social y sobre la naturaleza humana.

Lo escribe en plena segunda guerra mundial y realiza un análisis muy personal de la sociedad inglesa y la Europa del momento.

“As I write, highly civilized human beings are flying overhead, trying to kill me. They do not feel any enmity against me as an individual, nor I against them. They are only doing their duty, as the saying goes. Most of them, I have no doubt, are kind-hearted law-abiding men who would never dream of committing murder in private life”.

Orwell muestra aquí también, al igual que en sus novelas, una extraordinaria sensibilidad frente a la desigualdad y la injusticia, las diferencias sociales y el abuso de poder. Refleja unos valores exquisitos y una necesidad de cambio y transformación: «desire to push the world in a certain direction».

Me pregunto por qué no hay más personas en el mundo semejantes a George Orwell. Además del talento para observar y analizar, y el saber ponerse en la piel de los demás, está la valentía para expresarlo, ya sea dándole la forma de una pieza artística o a viva voz.

george orwell

 “Political language is designed to make lies sound truthful and murder respectable, and to give an appearance of solidity to pure wind. One cannot change this all in a moment, but one can at least change one’s own habits, and from time to time one can even, if one jeers loudly enough, send some worn-out and useless phrase –some jackboot, Achilles’heel, hotbed, melting pot, acid test, veritable inferno or other lump of verbal refuse-into the dustbin where it belongs”.

Alice

alice in wonderland

Una niña de mofletes rosados se acerca y me mira. Luego mira a mi bolso, me mira otra vez, conduce los ojos a un barrido perfecto. Ella sí ha notado lo abultado que está mi bolso y quiere saber, es una criatura primera, sus cejas se elevan con la sinuosidad de un interrogante, extiende su mano, aún algo regordeta en el dorso y en los dedos, pudiera ser un retrato de Alice Neel, genuinamente humano, de cabeza algo grande y rasgos que hablan, es en realidad la cara de la pintora abandonada en la pequeña. Y todo ello para sobrevivir, porque hay pintores que pintan para no morir de una inexplicable melancolía.

La chiquilla va más allá. Muestra verdaderos dotes de sabueso. Toca el bolso con toda la palma de la mano. Pretende tentar su contenido. Las cejas son entonces dos arcos en herradura, casi ventanas mudéjares. Los mofletes se abomban, se preparan a un súbito descubrimiento. Y me mira a la vez. Con una mirada elegante y blanda, es evidente que desea que me resista, que ceda y reconozca mi derrota, ten pequeña, aquí tienes, puedes abrirlo y volcar tu cabeza en el vacío de mi bolso, como en un cráter o en el agujero de una cueva, es lo que piden sus pestañas, ¿acaso te llamas Alice?, de nuevo Alice Neel y el retrato, su vestido rojo, el pelo escurriéndose en cruz por las clavículas. Y por fin una madre, una señora, ¿debería decir chica?, -es contemporánea, estancada en la “chiqueidad”, muere por preservar la tersura de la piel, evitar la declinación, detener sus ciclos celulares y quedar pegada para siempre a un aspecto de maniquí atemporal- esa señora con pretendida imagen de “chica”, se acerca a la niña. Sus pómulos protruyen color salmón, compiten con los de su pequeña, ¿quién es más aniñada? Alice Neel nunca retrató a la madre de la niña.

Cedo a las intenciones de la pequeña y abro el bolso. Aparecen bolsas de aire, una flor de erupción brutal, un bosque exuberante, transeúntes, pastores Sumerios, una fuente de fotones, pájaros caseros y un Rottweiler. Madre e hija se alejan sin apenas hacer ruido.

 Clement Greenberg's Daughter

Pintura de Alice Neel (Clement Greenberg’s Daughter)