Mes: noviembre 2013

El cerebro del escritor (2): creatividad verbal

“Toda la noche espero que mi lenguaje logre configurarme”. Alejandra Pizarnik

“Respiro la niebla de deshojar fantasmas”. José Lezama Lima

“y el sol dentro de la tarde como el hueso en una fruta”.  Federico García Lorca

Dar nueva vida a las cosas. Jugar con las palabras y  que éstas nos asombren reutilizadas, puestas de otra manera. Pudiera ser lo mismo pero es diferente porque la combinación de sonidos y las ideas o emociones que evocan aparecen como una nueva solución a un problema complejo. De dónde procede la creatividad verbal. Por qué algunas personas son más hábiles con el lenguaje, incluso verdaderos malabaristas de la estética y la representación semántica.

Cortex prefrontal

Desde  el punto de vista de la neurociencia, los estudios realizados hasta ahora localizan la creatividad en la corteza prefrontal (zona coloreada del dibujo).

Un trabajo muy reciente (Zhu et al) muestra que las personas con mayor creatividad verbal tienen un mayor volumen de una zona particular del área frontal del cerebro: el denominado giro frontal inferior (el cual está localizado en rojo en el dibujo).

verbal creativitySería interesante saber cómo este lugar del cerebro se conecta con sus zonas vecinas y lejanas, con los sentidos y las emociones, con una cierta personalidad y esa extraña necesidad de escribir y jugar con el lenguaje.

Un día de noviembre

un dia de noviembre

Tomé un año sabático y me dejé llevar por la literatura, la música, el pensamiento. El abandono fue verdadero y diario hasta notar que cada vez me quedaba menos cuerpo, los brazos se me hacían pequeños, también la nariz y el cuello. Pero no podía detenerme. La piel me desaparecía de los dedos y quedaba incrustada en las hojas de los libros que me obsesionaban. Un día encontré un trozo de grasa subcutánea en la contraportada de una novela de Carver. Otro día, como quien no quiere la cosa, era mi válvula mitral -y a resultas un latir atolondrado del corazón-, la que hacía de punto de libro en la biografía de Ghandi. Vivía mi disolución de un modo placentero incluso cuando me perdía en mi propia ropa: quedé reducida al tamaño de un pequeño insecto bajo la bata de guatiné. Luego llegó la huida de algunos átomos de mis ojos. Se desprendían cuando miraba las partituras de Leo Brouwer y la guitarra en la que ensayaba los estudios sencillos y un día de noviembre. Era muy fácil avanzar en el mundo de lo infinitamente pequeño. Las fibras de papel y de madera olían a eucaliptus y hacían de tobogán al exterior. De entre los muchos caminos escogí volar junto a las gotas de lluvia.

 

En busca de lo auténtico

autentico

Me pregunto cuál es el sustrato de las personas auténticas. Tal vez una acertada combinación de sentido ético y sensibilidad. Valentía para expresar lo que sin saber por qué se siente como verdadero. Continúo preguntándome cuál será el sustrato que lo permite dentro de la cabeza. Qué circuitos o moléculas, qué chispas de comunicación persiguen la verdad, la bondad y la belleza. Todo esto me preguntaba mientras leía a Pessoa.

Si pudiera morder la tierra entera

y sentir su sabor,

y si la tierra fuera algo para morder

sería más feliz un instante

Pero no siempre quiero ser feliz.

Hace falta ser infeliz de vez en cuando

para poder ser natural

No todo es días de sol,

y la lluvia, cuando escasea, se pide.

Por eso tomo la infelicidad y la felicidad

con naturalidad, como quien no se extraña

de que haya montañas y llanuras

y de que haya rocas y hierba

Lo que sí hace falta es ser natural y sereno

en la felicidad o en la infelicidad,

sentir como quien mira,

pensar como quien anda,

y cuando se va a morir, acordarse de que el día muere,

y que el poniente es hermoso y es hermosa la noche que queda

Y que si así es, es porque es así.

 Fernando Pessoa

Pessoa