Mes: junio 2013

Todo está cambiando tan rápido

Aquiles y la tortuga

¿Y si el ritmo de la historia se asemejara a la paradoja de Zenón? Cada fragmento de tiempo es dividido y subdividido en mitades más pequeñas. Aquiles, el corredor griego más veloz, le da una ventaja inicial a la tortuga, confiado él de sus posibilidades. Pero éste no podrá jamás alcanzar a la tortuga. Aunque se acerque a ella y la distancia minve, a cada paso, la separación tiende a no existir pero no será completamente cero, siempre hay otra mitad de mitad de mitad….. que superar.

¿Y si ahora en la ruta de la historia, nos acercáramos a los pequeñísimos fragmentos de la línea de Zenón?

Las primeras etapas, la prehistoria, larguísima, una eternidad. La Historia antigua, también. ¡Oh, qué larga la historia de la antigua China¡ Lo mismo la de Mesopotamia o el antiguo Egipto y no hemos de olvidar a los sabios griegos, siglos de historia. Más tarde continuamos con centenas de años que comprenden las diferentes Edades. La Edad Media, el Renacimiento…Pero conforme avanzamos en la línea, los fragmentos van apareciendo cada vez más cortos. Primero algo menos distanciados, posteriormente esas distancias compiten entre sí, como un corredor que a fuerza de entrenar con empeño, va rebajando sus propias marcas.

¿Es eso cierto? Tal vez. El tiempo parece tener una medida diferente según para qué lo apliquemos. Sí, las etapas de la historia parecen acabarse cada vez antes. Ahora, en nuestros días, vivimos con taquicardia. No tenemos tiempo de entender lo que pasó hoy, toda la información que puede ser relevante y cambiar nuestra manera de comunicarnos. Utilizamos herramientas mágicas que transforman nuestra realidad tan sólo acariciando una pantalla con la yema de los dedos. Nos conectamos en dos segundos con personas que viven a miles de kilómetros, y establecemos unas redes increíbles. Estas redes multiplican exponencialmente las posibilidades de cambio. Una nueva idea se difunde con gran rapidez y a la vez genera muchas otras.

Por otra parte todavía somos terriblemente primitivos en muchos aspectos. Aún estamos al principio de la línea en aquello que precisamente destroza personas, culturas, civilizaciones, posibles progresos. La necesidad de dominar y controlar, la territorialidad y el afán depredador, la genética de los trepadores salvajes, la magnética atracción hacia el abismo del poder. ¿Qué mecanismo biológico hace que el antiguo cerebro depredador sea aún el que guíe la conducta de muchos humanos y el rumbo del mundo? ¿Y por qué no lo es la búsqueda de la belleza? ¿O la persecución de la bondad? ¿El proceso de humanización está todavía en activo? Tras nuestra transformación en homínidos, ¿qué estrategias de evolución le quedan a nuestro cerebro? Me gustaría pensar que en cierto modo, los cambios irían hacia minimizar el “yo” y la supervivencia, para dar un paso a lo colectivo. Avanzar hacia el alcance del máximo desarrollo en nuestras habilidades y talentos, a favor de un beneficio común. ¿Será eso posible? Tal vez para ello necesitemos cambios cualitativos en nuestro funcionamiento cerebral. Desarrollar nuevas conexiones…

Zenón quería demostrar mediante las paradojas que no es posible realizar afirmaciones sobre el mundo que sean consistentes. Así que nos quedamos con las dudas. Totalmente paradójicos.

” Everything is moving so fast, I am unlimited….”, The Great Lake Swimmers (paradójico el ritmo de la música contrastándolo con la letra; extraño vídeo dónde todo se mueve para que todo quede más o menos igual).

Música acuática

musica acuatica

Ivonne volvió a meter la cara en la pecera. Con las gafas de buzo los peces naranja se veían casi azules. En la radio sonaba una música de maracas que asfixiaba. Eran maracas gordas, aturullantes. Ivonne volvió a sumergir la cara en la pecera y el ruido de las maracas se hizo lejano.

“No, Ivonne, tienes que oir las maracas”, le dijo él. Él era alto.

“Prefiero los peces”, dijo ella.

Ella llevaba aletas de buzo.

Los peces naranja expulsaban burbujas de aire que Ivonne recogía y guardaba  en su traje de neopreno.

“Sólo las tienes que escuchar. Te acostumbrarás”, le repitió él.

Ivonne respiró las burbujas de aire de los peces y jugueteó con ellas por dentro de la nariz. Los peces le aleteaban el mentón y la frente.  Las burbujas abordaron las orejas de Ivonne, también las fibras radiales del traje de inmersión. Avanzaban con la fuerza de un émbolo y al comprimirse en los tímpanos sonaron como trompetas, trompas de caza, fagots, oboes, flautas francesas y violonchelos.  A fuerza de chocar se articularon en una composición de timbres altos y bajos.

La suite emigró a la superficie de la pecera. Llenó toda la habitación en una partitura con tres movimientos.

Mis amigas de Océano Mar

niñas en el mar

Empezamos haciendo un mini club de lectura. «Océano Mar», de Alessandro Baricco, fue nuestro primer libro. Nos impresionó muchísimo. Hasta el punto de hacerse transcendental. Nos quedamos boquiabiertas con la pintora que pintaba cuadros con agua de mar, con el profesor Bartleboom, que medía el límite exacto dónde las olas morían en la arena, con un montón de niños extraños y una mujer bellísima, todos ellos atrapados en la posada Almayer. Un lugar parecido a una nebulosa. Un cruce de caminos que confluía en el mar.

Luego vinieron más libros, y sobre todo cenas para hablar a ratos cortos de nuestras lecturas, y a ratos más largos de nuestras cosas.

Ha pasado el tiempo -diez años tal vez-, y es una alegría cada encuentro. Comemos, hablamos y nos damos abrazos. ¿Qué más se puede pedir a este grupo de amigas? Sólo esperar que nos siga dominando el placer de contarnos historias, y seguir buscando el equilibrio sobre el océano.

Tras lo cual, lo prometido es deuda. A volar con “Of monsters and men”, uno de los grupos de música recomendado mientras saboreábamos enchiladas y guacamoles.

Nostalgia, de Mircea Cartarescu

Leer «Nostalgia», una colección de cuentos del escritor rumano Mircea Cartarescu, ha sido todo un descubrimiento para mí. No por mucho leer se pierde la capacidad de sorpresa, ni el placer de la lectura o el dejarte llevar por los universos que cada autor ofrece. Con el tiempo, no obstante, si eres un lector de fondo, buscas, exploras, «necesitas descubrir». Pues bien, este escritor y sus relatos son de una magia extraordinaria. Este señor es un malabarista de las historias. Incluso él mismo participa de vez en cuando como protagonista, hace incursiones en su papel de escritor dentro del mismo relato (como Alfred Hitchcock cuando aparecía en forma de sombra escurridiza en sus películas).

Si al escribir, igual que al leer, llevamos a nuestro cerebro a otro estado de la consciencia, la lectura de «Nostalgia» lo hace de una manera muy intensa, de repente te encuentras sumergido en una piscina de imaginación desbordante. Una buena lectura debería transformar, producir un antes y un después en tus conexiones mentales, de manera que experimentas y evolucionas, te conviertes en «otro». Este objetivo es ampliamente conseguido por el libro.

Como ejemplo, un fragmento del original relato «El Méndebil»:

«Las mujeres nunca se unen a los hombres. Ellas portan una célula en el vientre. Cuando alcanzan la edad adecuada, nace en ellas el deseo de dar a luz. Entonces ponen en marcha las fases del nacimiento. Son las siguientes: de la célula nace una pulga. De la pulga, una cucaracha. De la cucaracha, una ranita. De la ranita, un ratón. Del ratón, un erizo. Del erizo, un conejo. Del conejo, un gato. Del gato, un perro. Del perro, un mono. Del mono, un hombre. Las mujeres pueden detenerse en cualquier fase. Algunas dan a luz ranitas, otras gatos. Pero la mayoría desea niños. Ellas podrían alumbrar a seres mucho más perfectos que un niño, porque las etapas del nacimiento no se acaban con el hombre.»

Nostalgia