educación

Para ser humano

Humano

Parece osado pensar que nos movemos entre personas dotadas de diferentes grados de desarrollo humano. Que éste se presenta como un espectro de gradaciones constituido a su vez por algunos rasgos principales de nuestra conducta, más bien nuestra “esencia”. Y que tratar con semejantes que se deslizan por diferentes puntos de esa línea, lo cual a priori podría implicar ser “más o menos humano”, es la principal razón del conflicto entre las personas, los grupos, las sociedades.

Somos diversos, únicos, especiales, pero también muy iguales en base a unas leyes básicas de funcionamiento. Si miramos a los ojos de una persona, atendemos de un modo intuitivo a su color (y también a lo que su mirada nos transmite, algo probablemente muy antiguo, ancestral, como la mirada de los felinos). El iris humano es único para cada uno de nosotros, tiene mil matices, infinitos tonos, podría ser utilizado de igual modo que nuestra huella digital: nos define. En cambio, a pesar de ser único para cada uno de nosotros, éste responde a una fisiología común: cambia de tamaño en respuesta a la luz.

Conjugamos lo básico (común a todo nivel evolutivo) con lo particular, lo que nos define porque puede cambiar (soy más o menos astuto, soy elegante o torpe, muy o poco sensible a las injusticias de mi entorno). Si partimos de que cada nivel evolutivo, desde un punto de vista Darwininano, biológicamente definido, determina rasgos comunes a todos los miembros de una especie, aquello que define a cada persona en cuanto a su conducta e interacción con el grupo, podría determinar su grado de desarrollo. Y aunque el nivel educacional y la influencia del ambiente contribuye a lo que somos de modo importante, esos diversos grados estarían presentes con independencia de la procedencia social, económica o académica. Todos hemos conocido a personajes enormemente ilustrados, que a pesar de su avanzado desarrollo intelectual, nos parecen en algunos aspectos, muy próximos a los lagartos.