literatura

George Saunders: «Diez de diciembre»

diez diciembre

Leer este magnífico libro de relatos ha sido una experiencia extraordinaria. Probablemente está entre lo mejor que he leído en mucho tiempo. El hecho de ser una gran aficionada a la literatura norteamericana y al género del relato corto puede influir en esta apreciación. Pero no es sólo eso. “Diez de diciembre” es una combinación muy acertada de maneras diferentes de escribir. Retrata lo cotidiano desde una mirada especial, con un lenguaje distinto en cada uno de los cuentos. Y finalmente el experimento tiene sentido. Al principio es incluso desconcertante. Luego, a medida que avanzas en la lectura van apareciendo trazos, pistas, elementos que se unen mágicamente y que producen sorpresa, extrañeza, ternura y otras emociones que aún no sé cómo definir. Conjugar esa manera peculiar de expresar las historias con un trasfondo crítico y una trama articulada, es lo que hace de este libro una pieza digna de la más alta recomendación.

George Saunders es especialista en relato corto y profesor de inglés.

“On reading, writing, and teaching at Syracuse University” es un interesante vídeo, en el que el autor habla sobre el proceso de “construcción” de las historias.

El cerebro del escritor (3): «literatura y recuerdos»

Cuando el escritor escribe ficción recurre a menudo a sus propios recuerdos. Es interesante conocer algunos aspectos de la neurobiología de la memoria para imaginar qué lucecitas van discurriendo por unas y otras redes del cerebro del escritor.

Estructuras cerebrales que participan en diferentes tipos de memoria

cerebro y memoria final

Pero la memoria está en continuo proceso de cambio. Reconstruimos constantemente nuestros recuerdos y así evitamos quedarnos atrapados en una especie de universo atemporal.

Si en nuestra vida diaria todo cambia, vivimos en un fluir de circunstancias y experiencias que van construyendo lo que somos, ¿por qué el pasado debería de ser diferente? ¿Por qué aceptar que el pasado es estático? Probablemente huimos de todo aquello que es fijo e inmutable. No nos gusta. Necesitamos adornar y modificar nuestro entorno. El movimiento es la vida. Y esto sucede incluso con nuestras experiencias pasadas. Estamos paseando y de repente nos topamos con el escaparate de una chocolatería, lo cual nos lleva a la infancia y a la entrada de nuestra vieja escuela. Y de un modo automático, sin darnos cuenta, tomamos el escaparate y a los bombones como parte de lo que hemos decidido como nueva realidad para un recuerdo lejano. Para que no muera de irreal o inmóvil, para que no parezca mentira ni convirtamos nuestro pasado en una polvorienta colección de fósiles.

La lógica podría decirnos que el recuerdo consiste en evocar aquella experiencia que quedó almacenada en nuestro cerebro, y que extraemos abriendo pequeños cajones del gran armario de la memoria. No obstante, un estudio reciente (Bridge y colaboradores) explica que el proceso ocurre a la inversa:

El recuerdo se reconstruye según las emociones que surgen del presente. Rescatamos escenas del pasado y las mezclamos con las nuevas sensaciones y percepciones que vivimos en el “ahora”. De este modo las transformamos en algo del presente.

Al escribir un relato o una novela, utilizamos a menudo nuestros recuerdos, los cuales nos aportan ideas o un pequeño hilo de la historia que luego transformaremos. Según el estudio anteriormente mencionado, la consolidación de la memoria requiere de nuevas versiones aportadas por la huella del presente. En base a ello podríamos pensar que la música que escuchamos, el paisaje que se nos presenta a través de la ventana o el aroma del plato que se está cocinando mientras escribimos, son estímulos del presente que matizarían el recuerdo que se utiliza como recurso literario.

el escritor

¿Es posible entonces que el escritor reconstruya sus propios recuerdos en base a los estímulos de la ficción que escribe en el presente?

¿Son más ficticios los recuerdos de un escritor que los de cualquier otra persona que no acostumbre a escribir como rutina?

Estas son preguntas se me acaban de ocurrir, son cosecha propia y no tienen que ver con el estudio que menciono, pero me pareció interesante la reflexión.