Contemporáneo

Alice

alice in wonderland

Una niña de mofletes rosados se acerca y me mira. Luego mira a mi bolso, me mira otra vez, conduce los ojos a un barrido perfecto. Ella sí ha notado lo abultado que está mi bolso y quiere saber, es una criatura primera, sus cejas se elevan con la sinuosidad de un interrogante, extiende su mano, aún algo regordeta en el dorso y en los dedos, pudiera ser un retrato de Alice Neel, genuinamente humano, de cabeza algo grande y rasgos que hablan, es en realidad la cara de la pintora abandonada en la pequeña. Y todo ello para sobrevivir, porque hay pintores que pintan para no morir de una inexplicable melancolía.

La chiquilla va más allá. Muestra verdaderos dotes de sabueso. Toca el bolso con toda la palma de la mano. Pretende tentar su contenido. Las cejas son entonces dos arcos en herradura, casi ventanas mudéjares. Los mofletes se abomban, se preparan a un súbito descubrimiento. Y me mira a la vez. Con una mirada elegante y blanda, es evidente que desea que me resista, que ceda y reconozca mi derrota, ten pequeña, aquí tienes, puedes abrirlo y volcar tu cabeza en el vacío de mi bolso, como en un cráter o en el agujero de una cueva, es lo que piden sus pestañas, ¿acaso te llamas Alice?, de nuevo Alice Neel y el retrato, su vestido rojo, el pelo escurriéndose en cruz por las clavículas. Y por fin una madre, una señora, ¿debería decir chica?, -es contemporánea, estancada en la “chiqueidad”, muere por preservar la tersura de la piel, evitar la declinación, detener sus ciclos celulares y quedar pegada para siempre a un aspecto de maniquí atemporal- esa señora con pretendida imagen de “chica”, se acerca a la niña. Sus pómulos protruyen color salmón, compiten con los de su pequeña, ¿quién es más aniñada? Alice Neel nunca retrató a la madre de la niña.

Cedo a las intenciones de la pequeña y abro el bolso. Aparecen bolsas de aire, una flor de erupción brutal, un bosque exuberante, transeúntes, pastores Sumerios, una fuente de fotones, pájaros caseros y un Rottweiler. Madre e hija se alejan sin apenas hacer ruido.

 Clement Greenberg's Daughter

Pintura de Alice Neel (Clement Greenberg’s Daughter)