Poesía

El cerebro del escritor (12): poesía y redes neuronales

El pensamiento creativo es esencial para las artes, las ciencias y en realidad para muchas actividades de la vida diaria. En los últimos años han aparecido numerosos  trabajos científicos que intentan comprender cómo el cerebro produce el pensamiento creativo. Un estudio reciente muestra que esos mecanismos cerebrales son similares en tareas tan diversas como la improvisación musical, el pensamiento divergente y la composición poética. En realidad se producirían una serie de interacciones entre dos redes neuronales principales: la red neuronal por defecto (RND) y la red de funciones ejecutivas.

La red neuronal por defecto es un conjunto de regiones del cerebro y sus conexiones, responsable de gran parte de la actividad desarrollada mientras la mente está en reposo. La red de funciones ejecutivas se ocupa de planificar, ordenar y poner en acción aquello que se quiere realizar: escribir, jugar al baloncesto, hacer una operación matemática. Estas dos redes que pueden parecer antagonistas y en realidad actúan de manera opuesta, cooperan durante la actividad artística. 

Estos hallazgos son relevantes porque contribuyen a comprender como las redes neuronales interactúan y permiten el desarrollo de procesos cognitivos complejos como la generación del pensamiento propio.

Redes neuronales que participan en el proceso creativo de la poesía

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En el caso en concreto de la poesía se han identificado 53 redes funcionales en poetas profesionales. Estas redes se agrupan en 5 «nodos» que guardan entre sí una relación jerárquica. El nodo 2 (rojo) incluye regiones de la red neuronal por defecto y el 4 (púrpura) regiones que contribuyen a las funciones ejecutivas. Estos nodos (2 y 4) se correlacionan de manera negativa durante la nueva creación poética, es decir cuando se idea contenido poético nuevo, aunque de modo basal los poetas ponen estas dos redes a cooperar.

Interesante !! Lo que hacemos y pensamos es producto de múltiples redes en interacción. Cómo se gestionan esas redes y de qué combustibles se alimentas (qué moléculas), son futuros retos para la el conocimiento del cerebro humano.

-AGC-

Fuente: creative-cognition-and-brain-network

 

Paterson: la invasión de la poesía

Paterson es una película sencilla y hermosa del director Jim Jarmusch. Me ha interesado especialmente por cómo refleja la necesidad de escribir que siente el protagonista, un conductor de autobús que se encuentra literalmente invadido por el impulso irresistible de escribir poemas. Toda la película está construida en base a las pequeñas cosas que suceden cada día, -levantarse, desayunar, ir al trabajo, regresar a casa…-, descritas como si siempre sucedieran por primera vez, con suma importancia e intensidad.

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El joven conductor de autobús, admirador de la obra del poeta Williams Carlos Williams, se encuentra atrapado en esa realidad de las pequeñas cosas, le obligan a detenerse y realizar un viaje involuntario hacia las palabras. Los versos aparecen tomando el sandwich en su rato de descanso mientras contempla un salto de agua, o a primera hora, justo antes de arrancar el autobús, sentado frente al volante, necesita escribir, impulsado por un motor interno continuo, difícil de calmar.

Williams Carlos Williams, médico y escritor, contemporáneo de Ezra Pound, es uno de los poetas modernistas estadounidenses más innovadores y reconocidos. Como gran admiradora que soy de la literatura norteamericana, me fascina la sencillez expresiva, la fácil comprensión, conjugada a la vez con un afán de experimentar y un intenso lirismo, todo ello volcado finalmente en mensajes tan desnudos como punzantes.

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William Carlos Williams, 1883 – 1963

I have eaten
the plums
that were in
the icebox

and which
you were probably
saving
for breakfast

Forgive me
they were delicious
so sweet
and so cold

El cerebro del escritor (9): Alejandra Pizarnik

En mi interés por conocer los entresijos neurobiológicos de la escritura, siempre me ha fascinado la figura de Alejandra Pizarnik. El modo arrebatador en que utiliza las palabras te desplaza súbitamente a otra dimensión de las cosas.

Pero y ella, cómo era Alejandra, qué sucedía en su cerebro. Aún un misterio…

«Simplemente no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos de donde no es, de los encuentros con nadie… ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un ‘saber volver’. No lo querré acaso.» Alejandra Pizarnik, diarios de 1955-1972.

 

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«Hace veinticinco años —fue a mediados del 57— una mujer me llamó por teléfono para pedirme una entrevista. Mi primera impresión, cuando la vi, fue la de estar frente a una adolescente entre angélica y estrafalaria. Me impresionaron sus grandes ojos, transparentes y aterrados, y su voz, grave y lenta, en la que temblaban todos los miedos. (Me acordé de esa criatura perdida en el mar de un cuento de Supervielle). El diálogo que entonces iniciamos, y que duró poco más de un año, continuó después, ya instalada en París, en cartas que no hacían más que corroborar lo que desde los primeros momentos supe: que con Alejandra Pizarnik, romántica y surrealista, pero por encima de todo, ella, Alejandra, inclasificable y única, algo importante se incorporaba a nuestras letras.

Alejandra me traía, habitualmente, un poema, páginas de su diario, un dibujo (había comenzado a asistir al taller de Batlle Planas). Y ahora lo puedo decir: no podía sustraerme al goce estético que su lectura, su visión suscitaban en mí, y quedaba, en ocasiones, si no olvidada, postergada mi específica tarea profesional, como si yo hubiera entrado en el mundo mágico de Alejandra no para exorcizar sus fantasmas sino para compartirlos y sufrir y deleitarme con ellos, con ella. No estoy seguro de haberla siempre psicoanalizado; sé que siempre Alejandra me poetizaba a mí. La entrega de Alejandra a la poesía era total, absoluta. Fue lo que le permitió resistir —hasta que decidió abandonar la lucha— los embates del viento feroz. La irrenunciable y heroica tarea de acercarse al caos para entrever su ley secreta, de atisbar en las tinieblas para iluminarlas con el relámpago de la palabra precisa y bella fue la tarea que eligió como definición de su destino. (Necesito hacer bellas mis fantasías, mis visiones. De lo contrario, no podré vivir. Tengo que transformar, tengo que hacer visiones iluminadas de mis miserias y de mis imposibilidades… Hoy me apliqué varias horas a Góngora… él «sabía», se daba cuenta de las palabras, de todas y de cada una).

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Siempre confié en Alejandra. Más allá de sus desfallecimientos, de sus abandonos, de sus renuncias, de sus angustias, de sus muertes —de su muerte— sabía yo que estaba salvada, irremediablemente, porque la poesía estaba en ella como una fuerza inconmovible. Y si los poderes oscuros, algunas veces, parecían ganar terreno, no era más que el trámite inevitable para que, después, lo terrible entrevisto se convirtiera en condición de crecimiento y de mayor lucidez. Hasta que Alejandra —hace diez años— decidió interrumpir su búsqueda. ¿Porque había ya encontrado? ¿Porque sintió que nunca encontraría? (Simplemente, no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna… No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… ).»

***
Texto: León Ostrov, del libro: Alejandra Pizarnik. Cartas (Euvim).

cartas

 

Mujeres campesinas, mujeres trabajadoras

Jean-François Millet - The Gleaners

Millet. Las espigadoras.

A mi madre, a mis tías, a mi abuela, a mis bisabuelas, que trabajaron la tierra con sus manos mientras criaban a sus hijos y entregaban amor a raudales. Os quiero.

Yo no crecí entre olivos. El suburbio, con sus calles estrechas y torcidas, fue mi primer y sostenido paisaje. Pero mi madre sí. Ella creció entre campos de olivos. Vareando aceitunas con sus manos infantiles. Ahora observo el mosaico de árboles extendidos en un encuentro casual. Puro asueto, vacaciones, un mar de olas suaves. Imagino a mi madre correteando entre olivos, sus trenzas en el paisaje de ramas y cortijos blancos. Su piel de niña y marcas de tierra arada en las duricias de los dedos. Sin saberlo, tampoco es un ejercicio voluntario, la impresión súbita de pertenecer a este lugar. Me miro las manos y hay tantos surcos, mis venas verdes también se retuercen al rodear los brazos, mis pies se han hundido como raíces y ya no sé si la nube sobre mi cabeza trae lluvia o calima. Intuyo una colección de puntos cardinales. Vienen y me bendicen. Mi cuerpo impregnado.

Geometrías dibujadas

y luz inevitable

acompañan para siempre

a los hijos de los aceituneros.

-AGC-

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Van Gogh. Los olivos.

Vivir sin miedo

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Deseos de transformación hacia un mundo mejor, vivir sin miedo, tener el valor de expresar nuestras opiniones y actuar en consecuencia, reconducir las ansias de poder que oprimen a individuos y a grandes grupos, activar a los pasivos, educar en la igualdad, en el entusiasmo, en la compasión, en las emociones, en la creatividad y el verdadero desarrollo humano, luchar como si la transformación fuera posible.

¡Feliz año nuevo!

El cerebro del escritor (5): «Epilepsia y Poesía»

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“Hipergrafia” es el término médico para designar el intenso deseo de escribir que aparece en algunas patologías neurológicas.

Hace unos días leí un artículo muy curioso en la revista NewScientist. Explicaba el caso de una mujer de 78 años que tras ser diagnosticada de epilepsia del lóbulo temporal y recibir una medicación que hizo que las convulsiones cesaran, comenzó a escribir compulsivamente poesía. Previamente esta señora no había sentido nunca curiosidad por la escritura. De repente se encontró a sí misma escribiendo de 10 a 15 poemas al día, y muy disgustada si alguien la interrumpía. Se trataba pues de un caso de «hipergrafia» desencadenada por el tipo de epilepsia que padecía. No obstante, lo sorprendente en esta paciente es que el contenido de su escritura se hallaba muy organizado y mostraba un alto componente creativo, lo cual no siempre sucede en otros trastornos también relacionados con esta intensa necesidad de escribir.

Ejemplo de uno de sus poemas:

To tidy out cupboards is morally wrong
I sing you this song, I tell you I’m right.
Each time that I’ve done it, thrown all out of sight,
I’ve regretted it.

Think of the treasures now lost to the world
Measureless gold, riches unfurled,
Diamonds, sapphires, rubies, emeralds – you must have had them,
All tucked well away.
So

To tidy out cupboards, throw rubbish from sight
(Even the poems you write up at night)
Is morally wrong.
So I’m keeping this one.

La epilepsia es una actividad eléctrica anómala del cerebro. La epilepsia crónica se ha relacionado con una reorganización de los circuitos en el cerebro. En este caso parecía localizarse en el lóbulo temporal, el cual está implicado en habilidades lingüísticas y creatividad verbal. Los expertos piensan que tal vez estos “circuitos poéticos” estaban dormidos mientras la paciente no tuvo crisis convulsivas y se activaron tras la reorganización de conexiones que desencadenó la epilepsia. Haciendo una búsqueda rápida en la literatura científica, encontré otros casos similares, lo cual apoyaría esta hipótesis que relaciona reorganización de circuitos en lóbulo temporal y la necesidad compulsiva de escribir.

51d679fd5206fd732e22d3776c62d605Este ejemplo y otros similares ayudan a conocer mejor las bases neurobiológicas de la creatividad, y en concreto de la escritura creativa. Probablemente la creatividad, caprichosa como es, necesita de una actividad cerebral espontánea de base,  ya existente en el individuo, pero por otra parte requiere estímulos que la pongan de manifiesto o la hagan crecer. Los estímulos pueden ser inesperados como en este caso. No obstante, lo deseado sería que fueran constantes, un ejercicio, un hábito que aprendiéramos desde niños para no morir de aburrimiento o pura repetición. Estímulos mantenidos que renovaran la imaginación y nos hicieran más libres.

¡Qué tremendamente misterioso y bello es nuestro cerebro!

Fuente original de esta noticia: Epilepsy gives woman compulsion to write poems

Ser humano

are we humanImagen original extraída de: http://panicxx-panicxx.blogspot.com.es/

 

Para ser humano no hacen falta las piernas, ni el tabique nasal, ni las orejas. Tampoco un saludo qué tal, ni una casa a tres vientos con chimenea. Ser humano es un proceso, una difícil evolución, una pantalla de tonalidades. Los hay muy humanos. O poco humanos.

Primero es un ovillo enredado y mirar hacia adentro. Un renacuajo plegado en unas piernas encarnadas.

Desplegar. Abrir los ojos. Reconocer la vulnerabilidad del algodón mojado. Caminar y caer en la experiencia del suelo en la cara. Confundir mente y mariposa. Saber que ya no soy, que eres fuera, en otra piel.

Conversión en pomada y gota de agua.

A veces, entonces, por momentos, somos humanos.

-AGC-