El cerebro del escritor (4): llevar el fondo del mar a la superficie

No soy ninguna experta en escritura creativa. No obstante, siento atracción por la escritura e intento entrenar ese deseo cuando el tiempo disponible y mi estado anímico me empujan a ello (debería de ser más constante, lo sé). No soy pues ninguna entendida, pero a pesar de mi falta de profesionalidad y de todas las torpezas que tendría que ir limando, siempre que escribo ficción, historias, relatos… tengo la misma sensación. Es el sentimiento de realizar una tarea de búsqueda en lo más interno de mí, lo conocido, mis experiencias, y lo que me sorprende por no reconocer tan propio -en realidad lugares e ideas que aparecen como hijos desconocidos que acaban de llamar a la puerta-. Esta búsqueda automática (salta un pequeño clic y ya está) luego traza un camino hacia lugares más vívidos de la conciencia, más ligados a algo que sí controlo y modulo voluntariamente: que las ideas tomen sentido, que tengan cierto equilibrio, que transmitan sentimientos…

Mi dedicación a la neurología me lleva a menudo querer saber qué pasa en el cerebro cuando esas sensaciones suceden. Al escribir, tengo con frecuencia la impresión de que se crean diálogos entre estructuras antiguas del cerebro (profundas: núcleos de la base, tronco del encéfalo) y nuevas (como  la corteza cerebral).

Escribir siempre me ha sugerido la imagen de un buceador que nada a pulmón y consigue llevar objetos curiosos a la superficie del mar

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Photo Credit Dejan Sarman/iStock/Getty Images

Un estudio reciente (Lotze et al) muestra que esta idea pudiera estar cerca de la realidad . Los investigadores estudian el cerebro de 23 escritores profesionales, expertos en escritura creativa, y el de 20 voluntarios que no lo son. Utilizan una prueba de imagen funcional que permite analizar la actividad del cerebro cuando está en reposo (resting state functional magnetic resonance). El grupo de escritores muestra un patrón de conexiones cerebrales diferente al del grupo control. En concreto se apreció una mayor conectividad entre el núcleo caudado (caudate: color naranja en el dibujo) y zonas del surco de la corteza intraparietal (IPS: color verde en el dibujo) en el hemisferio cerebral derecho. El caudado es una estructura que corresponde a los núcleos de sustancia gris del cerebro y que pertenece a nuestro sistema nervioso evolutivamente más antiguo. Los surcos de la corteza cerebral corresponden a estructuras que se han desarrollado más tardíamente y por tanto son más nuevas en la evolución. Los escritores mostraron también una menor conectividad entre un hemisferio y otro con respecto a algunas áreas de la corteza temporal (como el área 44, en rosa en el dibujo)».

 

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Fuente del dibujo: Lotze et al

Es interesante pensar que la escritura creativa permite conectar áreas antiguas y modernas de nuestro cerebro. Esto se da fundamentalmente en el hemisferio derecho, el cual está asociado a la creatividad verbal. Favorecer estas conexiones nos hace más flexibles e imaginativos. Desarrollar el hábito de escribir debería ser una actividad a la que se le diera más importancia a lo largo de nuestra formación como personas.

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